En diciembre aumenta considerablemente la adopción de perros. Y enero es el mes en el que más son abandonados por esos consumidores compulsivos que ignoraron que un cachorro no es una cosa. Cualquier animal es un ser vivo que piensa, padece, adivina y ama. Y ningún humano tiene derecho ni a tenerlos enjaulados, maltrato bestial, ni, en el caso de perros o gatos, a no cuidarlos y quererlos siempre, como ellos nos cuidan y quieren a nosotros.
Hoy, en las ciudades hay ya más compañeritos animales que niños. El perro sobre todo es el más deseado en estas fechas, quizá por su capacidad de mostrar afecto inmediato en un mundo donde escasea. Los niños son los que más insistentemente demandan un cachorrito. Pero a un niño, al igual que a un animalito doméstico, hay que cuidarlo día y noche, por lo que los padres no deberán creer la promesa inocente de los hijos de sacarlos a pasear y cumplir con sus necesidades básicas. Tener un perro en el hogar es tener hogar. Pero además es tener un ser vivo al que hay que atender de sol a sol. Hay que pasar mucho tiempo con él, pagar sus gastos de veterinario, que son muchos; su comida; su higiene. Hay que llevarlo de viaje y buscar los lugares adecuados. Hay que verlo envejecer y partir, algo que solo los que lo han vivido saben el dolor que origina. A cambio, nuestros hijos perrunos, y siento que algunos no acepten este concepto, nos darán un amor incondicional y perenne: no se irán de casa cuando se enamoren, no querrán jamás otro compadre, no se apartarán de tu lado cuando estés enfermo o triste. Te defenderán ante cualquier peligro, te dirán con su lenguaje lo que necesitan, te harán reír, te comprenderán, te seguirán, te aliviarán la soledad que tantos vivimos. ¿Se puede dar más? No, y conviene recordar que no son juguetes, son maestros de amor. Y abandonarlos es como tirar a la basura un ángel.
En diciembre aumenta considerablemente la adopción de perros. Y enero es el mes en el que más son abandonados por esos consumidores compulsivos que ignoraron que un cachorro no es una cosa. Cualquier animal es un ser vivo que piensa, padece, adivina y ama. Y ningún humano tiene derecho ni a tenerlos enjaulados, maltrato bestial, ni, en el caso de perros o gatos, a no cuidarlos y quererlos siempre, como ellos nos cuidan y quieren a nosotros.. Hoy, en las ciudades hay ya más compañeritos animales que niños. El perro sobre todo es el más deseado en estas fechas, quizá por su capacidad de mostrar afecto inmediato en un mundo donde escasea. Los niños son los que más insistentemente demandan un cachorrito. Pero a un niño, al igual que a un animalito doméstico, hay que cuidarlo día y noche, por lo que los padres no deberán creer la promesa inocente de los hijos de sacarlos a pasear y cumplir con sus necesidades básicas. Tener un perro en el hogar es tener hogar. Pero además es tener un ser vivo al que hay que atender de sol a sol. Hay que pasar mucho tiempo con él, pagar sus gastos de veterinario, que son muchos; su comida; su higiene. Hay que llevarlo de viaje y buscar los lugares adecuados. Hay que verlo envejecer y partir, algo que solo los que lo han vivido saben el dolor que origina. A cambio, nuestros hijos perrunos, y siento que algunos no acepten este concepto, nos darán un amor incondicional y perenne: no se irán de casa cuando se enamoren, no querrán jamás otro compadre, no se apartarán de tu lado cuando estés enfermo o triste. Te defenderán ante cualquier peligro, te dirán con su lenguaje lo que necesitan, te harán reír, te comprenderán, te seguirán, te aliviarán la soledad que tantos vivimos. ¿Se puede dar más? No, y conviene recordar que no son juguetes, son maestros de amor. Y abandonarlos es como tirar a la basura un ángel.
Cualquier animal es un ser vivo que piensa, padece, adivina, ama… Y se merece lo mejor
En diciembre aumenta considerablemente la adopción de perros. Y enero es el mes en el que más son abandonados por esos consumidores compulsivos que ignoraron que un cachorro no es una cosa. Cualquier animal es un ser vivo que piensa, padece, adivina y ama. Y ningún humano tiene derecho ni a tenerlos enjaulados, maltrato bestial, ni, en el caso de perros o gatos, a no cuidarlos y quererlos siempre, como ellos nos cuidan y quieren a nosotros.. Hoy, en las ciudades hay ya más compañeritos animales que niños. El perro sobre todo es el más deseado en estas fechas, quizá por su capacidad de mostrar afecto inmediato en un mundo donde escasea. Los niños son los que más insistentemente demandan un cachorrito. Pero a un niño, al igual que a un animalito doméstico, hay que cuidarlo día y noche, por lo que los padres no deberán creer la promesa inocente de los hijos de sacarlos a pasear y cumplir con sus necesidades básicas. Tener un perro en el hogar es tener hogar. Pero además es tener un ser vivo al que hay que atender de sol a sol. Hay que pasar mucho tiempo con él, pagar sus gastos de veterinario, que son muchos; su comida; su higiene. Hay que llevarlo de viaje y buscar los lugares adecuados. Hay que verlo envejecer y partir, algo que solo los que lo han vivido saben el dolor que origina. A cambio, nuestros hijos perrunos, y siento que algunos no acepten este concepto, nos darán un amor incondicional y perenne: no se irán de casa cuando se enamoren, no querrán jamás otro compadre, no se apartarán de tu lado cuando estés enfermo o triste. Te defenderán ante cualquier peligro, te dirán con su lenguaje lo que necesitan, te harán reír, te comprenderán, te seguirán, te aliviarán la soledad que tantos vivimos. ¿Se puede dar más? No, y conviene recordar que no son juguetes, son maestros de amor. Y abandonarlos es como tirar a la basura un ángel.
