En muchas ocasiones, el ascenso del puesto de trabajo se presenta como una necesidad de la compañía más que como un signo de meritocracia dentro de la jerarquía organizativa
Durante años el mercado laboral estuvo dominado por una lógica muy concreta, la búsqueda del mejor currículum académico posible. Las empresas priorizaban títulos universitarios, posgrados y certificaciones como principal carta de presentación de los candidatos, es así como la llamada «titulitis» marcó el devenir laboral de varias generaciones. De esta manera, acumular credenciales era casi una condición indispensable para acceder a un empleo cualificado y para aspirar a una progresión profesional estable, especialmente en sectores tradicionales y altamente jerarquizados.. Con el paso del tiempo esa percepción ha ido cambiando de forma notable. Muchas compañías han comprobado que la formación reglada no garantiza por sí sola un buen desempeño y que el entorno económico exige perfiles más versátiles. La rapidez de los cambios tecnológicos y organizativos ha llevado a las empresas a replantearse sus mecanismos de selección y a centrar su atención en otros factores más ligados al día a día del trabajo, donde la experiencia práctica gana peso frente al título.. Sin dejar de tener una gran estima entre los contratantes, ya no basta solo con tener estudios. Al mismo tiempo, dentro de las empresas, este cambio de mentalidad repercute sobre la percepción jerárquica. Mientras que anteriormente la meritocracia jugaba un papel fundamental en muchos sectores, el exceso de oferta suscita un desinterés del desempeño de los trabajadores. Los ascensos ya no se ganan, se encuentran. En muchos casos, los trabajadores, con vistas a evolucionar en sus condiciones, acuden a otras empresas antes que a aquella con la que tienen un contrato firmado.. Cambio de enfoque en la jerarquía empresarial. Este cambio de enfoque también se ha trasladado al interior de las organizaciones y ha alterado la forma en la que se entienden las jerarquías y los ascensos. La promoción profesional ya no responde únicamente a la antigüedad o al buen rendimiento histórico, sino a decisiones más estratégicas vinculadas a las necesidades inmediatas de la empresa. El ascenso deja de ser un premio automático y pasa a ser una herramienta de ajuste interno en estructuras cada vez más flexibles. Esto implica que los empleados deben estar atentos a oportunidades que surjan en el momento adecuado, más que a aspirar a promociones por méritos pasados.. En este punto, se introduce una realidad que suele generar frustración entre los trabajadores y que centra buena parte del debate actual sobre la meritocracia. La idea de que trabajar bien garantiza subir de puesto choca con una práctica empresarial mucho más pragmática, en la que las promociones se producen cuando encajan con un contexto concreto, es decir, estar en el lugar exacto en el momento indicado. Este enfoque obliga a muchos empleados a replantear las expectativas tradicionales sobre el desarrollo profesional. También abre la puerta a entender el ascenso como una estrategia organizativa más que como un reconocimiento personal.. Un experto revela cómo funcionan los ascensos. El divulgador y especialista en el entorno laboral, conocido como @carlosescontratado, lo explica con claridad en sus vídeos en redes sociales. Según señala, «no te ascienden por hacerlo bien sino que te ascienden si la empresa necesita cubrir un hueco». Si una persona de un puesto superior abandona la organización, es posible que el relevo se produzca mirando primero a quien puede encajar de forma rápida y eficaz, aunque no sea el mejor valorado en términos absolutos. Esta visión directa desmonta muchas ideas preconcebidas sobre la justicia en los ascensos.. «También te ascienden por lo que puedes aportar en el futuro, no por lo que hiciste en el pasado», señala el experto. En ese sentido la meritocracia suele funcionar como un argumento que da coherencia a la decisión, pero rara vez como su causa principal. La conclusión es clara, te ascienden si encajas justo en lo que la empresa necesita ahora mismo, una lógica que redefine las reglas del juego en el mercado laboral actual. Esto también pone en evidencia la importancia de desarrollar competencias que sean relevantes para el presente y el futuro de la empresa.
Durante años el mercado laboral estuvo dominado por una lógica muy concreta, la búsqueda del mejor currículum académico posible. Las empresas priorizaban títulos universitarios, posgrados y certificaciones como principal carta de presentación de los candidatos, es así como la llamada «titulitis» marcó el devenir laboral de varias generaciones. De esta manera, acumular credenciales era casi una condición indispensable para acceder a un empleo cualificado y para aspirar a una progresión profesional estable, especialmente en sectores tradicionales y altamente jerarquizados.. Con el paso del tiempo esa percepción ha ido cambiando de forma notable. Muchas compañías han comprobado que la formación reglada no garantiza por sí sola un buen desempeño y que el entorno económico exige perfiles más versátiles. La rapidez de los cambios tecnológicos y organizativos ha llevado a las empresas a replantearse sus mecanismos de selección y a centrar su atención en otros factores más ligados al día a día del trabajo, donde la experiencia práctica gana peso frente al título.. Sin dejar de tener una gran estima entre los contratantes, ya no basta solo con tener estudios. Al mismo tiempo, dentro de las empresas, este cambio de mentalidad repercute sobre la percepción jerárquica. Mientras que anteriormente la meritocracia jugaba un papel fundamental en muchos sectores, el exceso de oferta suscita un desinterés del desempeño de los trabajadores. Los ascensos ya no se ganan, se encuentran. En muchos casos, los trabajadores, con vistas a evolucionar en sus condiciones, acuden a otras empresas antes que a aquella con la que tienen un contrato firmado.. Cambio de enfoque en la jerarquía empresarial. Este cambio de enfoque también se ha trasladado al interior de las organizaciones y ha alterado la forma en la que se entienden las jerarquías y los ascensos. La promoción profesional ya no responde únicamente a la antigüedad o al buen rendimiento histórico, sino a decisiones más estratégicas vinculadas a las necesidades inmediatas de la empresa. El ascenso deja de ser un premio automático y pasa a ser una herramienta de ajuste interno en estructuras cada vez más flexibles. Esto implica que los empleados deben estar atentos a oportunidades que surjan en el momento adecuado, más que a aspirar a promociones por méritos pasados.. En este punto, se introduce una realidad que suele generar frustración entre los trabajadores y que centra buena parte del debate actual sobre la meritocracia. La idea de que trabajar bien garantiza subir de puesto choca con una práctica empresarial mucho más pragmática, en la que las promociones se producen cuando encajan con un contexto concreto, es decir, estar en el lugar exacto en el momento indicado. Este enfoque obliga a muchos empleados a replantear las expectativas tradicionales sobre el desarrollo profesional. También abre la puerta a entender el ascenso como una estrategia organizativa más que como un reconocimiento personal.. Un experto revela cómo funcionan los ascensos. El divulgador y especialista en el entorno laboral, conocido como @carlosescontratado, lo explica con claridad en sus vídeos en redes sociales. Según señala, «no te ascienden por hacerlo bien sino que te ascienden si la empresa necesita cubrir un hueco». Si una persona de un puesto superior abandona la organización, es posible que el relevo se produzca mirando primero a quien puede encajar de forma rápida y eficaz, aunque no sea el mejor valorado en términos absolutos. Esta visión directa desmonta muchas ideas preconcebidas sobre la justicia en los ascensos.. «También te ascienden por lo que puedes aportar en el futuro, no por lo que hiciste en el pasado», señala el experto. En ese sentido la meritocracia suele funcionar como un argumento que da coherencia a la decisión, pero rara vez como su causa principal. La conclusión es clara, te ascienden si encajas justo en lo que la empresa necesita ahora mismo, una lógica que redefine las reglas del juego en el mercado laboral actual. Esto también pone en evidencia la importancia de desarrollar competencias que sean relevantes para el presente y el futuro de la empresa.
