Una cosa que he descubierto a lo largo del tiempo es que a mucha gente le gusta que le engañen e incluso no se enteran de ello. Es algo que les sucede, también, a personas inteligentes y poderosas, porque siempre hay pelotas dispuestos a complacer al líder o al jefe. Me recuerdan, también, a los correos que al llegar a las postas cambiaban de caballo. En política o en las empresas la lealtad depende del poder que ostenta el receptor de los halagos. Y llegado el momento, el trepa salta a un nuevo caballo que le lleve a buen puerto. La política es un terreno abonado a estos especímenes tan deleznables. Los conocí cuando me dediqué a ese noble arte que es el servicio público y que ahora está tan prostituido como las amigas de José Luis Ábalos. A muchos sanchistas les gusta servirse de lo público, aunque el Partido Popular no ha sido inmune a ello. Pedro Sánchez ha conseguido, me temo, un récord de personajes pintorescos en el circo que ha montado en La Moncloa, el Gobierno y el partido. Desde luego, el número de mercenarios es tan elevado que superaría a la hueste de cualquier condotiero en la Italia renacentista. El rodearse de mindundis es catastrófico. Con la toma del poder en el PSOE y luego en el Gobierno sin pasar por las urnas, aunque nunca he cuestionado la legitimidad de la moción de censura, decidió rodearse de una serie de fieles que pensaban más en la bragueta o en la cartera. Las consecuencias se pueden leer todos los días en La Razón. La variedad de escándalos es enorme y me temo que los ensayistas que escriban sobre el inquilino del Palacio de La Moncloa tendrán que actualizar su obra en cada edición. Por supuesto, Pedro Sánchez no sabe qué más puede suceder. No recuerdo una cantidad tan enorme de irrupciones de la policía en ministerios, empresas y organismos públicos para recabar documentación. Por mucho menos, organizaron la moción de censura contra Mariano Rajoy. Ni siquiera el CIS a la carta de José Félix Tezanos consigue animar al líder, porque sabe que el sociólogo es un chapucero al que no le importa hacer el ridículo. Una vez más hay que recordar que si fuera verdad, Pedro Sánchez convocaba elecciones generales este lunes.. Francisco Marhuenda. De la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España. Catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)
«Sánchez decidió rodearse de una serie de fieles que pensaban más en la bragueta o en la cartera»
Una cosa que he descubierto a lo largo del tiempo es que a mucha gente le gusta que le engañen e incluso no se enteran de ello. Es algo que les sucede, también, a personas inteligentes y poderosas, porque siempre hay pelotas dispuestos a complacer al líder o al jefe. Me recuerdan, también, a los correos que al llegar a las postas cambiaban de caballo. En política o en las empresas la lealtad depende del poder que ostenta el receptor de los halagos. Y llegado el momento, el trepa salta a un nuevo caballo que le lleve a buen puerto. La política es un terreno abonado a estos especímenes tan deleznables. Los conocí cuando me dediqué a ese noble arte que es el servicio público y que ahora está tan prostituido como las amigas de José Luis Ábalos. A muchos sanchistas les gusta servirse de lo público, aunque el Partido Popular no ha sido inmune a ello. Pedro Sánchez ha conseguido, me temo, un récord de personajes pintorescos en el circo que ha montado en La Moncloa, el Gobierno y el partido. Desde luego, el número de mercenarios es tan elevado que superaría a la hueste de cualquier condotiero en la Italia renacentista. El rodearse de mindundis es catastrófico. Con la toma del poder en el PSOE y luego en el Gobierno sin pasar por las urnas, aunque nunca he cuestionado la legitimidad de la moción de censura, decidió rodearse de una serie de fieles que pensaban más en la bragueta o en la cartera. Las consecuencias se pueden leer todos los días en La Razón. La variedad de escándalos es enorme y me temo que los ensayistas que escriban sobre el inquilino del Palacio de La Moncloa tendrán que actualizar su obra en cada edición. Por supuesto, Pedro Sánchez no sabe qué más puede suceder. No recuerdo una cantidad tan enorme de irrupciones de la policía en ministerios, empresas y organismos públicos para recabar documentación. Por mucho menos, organizaron la moción de censura contra Mariano Rajoy. Ni siquiera el CIS a la carta de José Félix Tezanos consigue animar al líder, porque sabe que el sociólogo es un chapucero al que no le importa hacer el ridículo. Una vez más hay que recordar que si fuera verdad, Pedro Sánchez convocaba elecciones generales este lunes.. Francisco Marhuenda. De la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España. Catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)
