A los socialistas les parece «digno» que los trabajadores más modestos paguen más impuestos. Toda una vida hablando de que ellos sólo crujían a los asquerosos ricos, y ahora resulta que no, que quieren, como hemos denunciado siempre los liberales, ir contra los pobres, concretamente, contra los que cobren el salario mínimo.. Leí en El País que el secretario de organización del PSOE, Santos Cerdán, declaró que no le resultaba fácil entender que «haya fuerzas de izquierda que estigmaticen los impuestos». Proclamó este faro del progresismo: «Estoy orgulloso de que por primera vez en nuestro país, los trabajadores que cobren el SMI entren en los tramos de pagar el IRPF. Ese es el camino de la igualdad».. Con razón apuntó Anabel Díez: «Los sindicatos han acogido con enorme disgusto e incomodidad la controversia sobre una medida que estaba llamada a ser celebrada». En efecto, los sindicatos no pueden criticar abiertamente a la izquierda del PSOE, que clama contra la tributación del SMI, pero tampoco pueden atacar a los socialistas, porque comparten con ellos el horizonte de la plantación, que vislumbró Anthony de Jasay al final de El Estado (Alianza Editorial). Los modernos Estados redistributivos, en efecto, desembocan en una lógica de servidumbre generalizada, y por eso nada les gusta más a los sindicalistas que el aumento masivo del salario mínimo. Como no hay manera de financiar el Estado arrebatándoles los bienes solo a los ricos, el desenlace es que la presión fiscal se debe descargar sobre el grueso de la población, so pena de que el desequilibrio de la Hacienda haga estallar el invento.. ¿Qué hacer? La extrema izquierda abraza la demagogia. Los sindicatos se hacen un lío y piden paz y negociación.. Y los valientes secuaces de Warren Sánchez cogen el toro por los cuernos: que los currantes paguen impuestos es «digno», y revela, asimismo, lo estupendo que es este Gobierno progresista, que ha conseguido enriquecer tanto a los trabajadores que ahora ya son como los asquerosos ricos y deben ser sableados como todo quisque.. Eso sí, por si acaso el truco no funciona, y las trabajadoras siguen votando a políticos identificados con una menor presión fiscal –digamos, Ayuso– los socialistas ya han abierto el paraguas, aclarando que los «dignos» perceptores del SMI que pasarán ahora por caja no serán más del 20 por ciento. Vaya, por Dios.
Como no hay manera de financiar el Estado arrebatándoles los bienes solo a los ricos, el desenlace es que la presión fiscal se debe descargar sobre el grueso de la población.
A los socialistas les parece «digno» que los trabajadores más modestos paguen más impuestos. Toda una vida hablando de que ellos sólo crujían a los asquerosos ricos, y ahora resulta que no, que quieren, como hemos denunciado siempre los liberales, ir contra los pobres, concretamente, contra los que cobren el salario mínimo.. Leí en El País que el secretario de organización del PSOE, Santos Cerdán, declaró que no le resultaba fácil entender que «haya fuerzas de izquierda que estigmaticen los impuestos». Proclamó este faro del progresismo: «Estoy orgulloso de que por primera vez en nuestro país, los trabajadores que cobren el SMI entren en los tramos de pagar el IRPF. Ese es el camino de la igualdad».. Con razón apuntó Anabel Díez: «Los sindicatos han acogido con enorme disgusto e incomodidad la controversia sobre una medida que estaba llamada a ser celebrada». En efecto, los sindicatos no pueden criticar abiertamente a la izquierda del PSOE, que clama contra la tributación del SMI, pero tampoco pueden atacar a los socialistas, porque comparten con ellos el horizonte de la plantación, que vislumbró Anthony de Jasay al final de El Estado (Alianza Editorial). Los modernos Estados redistributivos, en efecto, desembocan en una lógica de servidumbre generalizada, y por eso nada les gusta más a los sindicalistas que el aumento masivo del salario mínimo. Como no hay manera de financiar el Estado arrebatándoles los bienes solo a los ricos, el desenlace es que la presión fiscal se debe descargar sobre el grueso de la población, so pena de que el desequilibrio de la Hacienda haga estallar el invento.. ¿Qué hacer? La extrema izquierda abraza la demagogia. Los sindicatos se hacen un lío y piden paz y negociación.. Y los valientes secuaces de Warren Sánchez cogen el toro por los cuernos: que los currantes paguen impuestos es «digno», y revela, asimismo, lo estupendo que es este Gobierno progresista, que ha conseguido enriquecer tanto a los trabajadores que ahora ya son como los asquerosos ricos y deben ser sableados como todo quisque.. Eso sí, por si acaso el truco no funciona, y las trabajadoras siguen votando a políticos identificados con una menor presión fiscal –digamos, Ayuso– los socialistas ya han abierto el paraguas, aclarando que los «dignos» perceptores del SMI que pasarán ahora por caja no serán más del 20 por ciento. Vaya, por Dios.