Pago más impuestos, pero, a cambio, el Estado no me presta mejores servicios. ¿Quién se está quedando la diferencia entre lo que pago cada vez más y lo que recibo? Pues quien tiene el poder de decretarlos, recaudarlos y gestionarlos.. Que todos pagamos cada vez más impuestos no es una mera impresión, porque el porcentaje de nuestros ingresos que dedicamos a financiar los servicios públicos ha aumentado el doble que la media de los 38 países de la OCDE en los últimos 15 años. En el 2000, España tenía una presión fiscal del 32% del PIB y hoy ha aumentado hasta el 38%. En el mismo período, la de Alemania ha permanecido inalterable en el 40%; y en Reino Unido ya ha superado el 35%, lo que hace que hoy paguemos ya más impuestos en proporción que los británicos y solo algo menos que los alemanes.. ¿Han mejorado en la misma proporción los servicios y pensiones que recibimos del Estado por ellos? ¿Dan más a los alemanes y británicos sus administraciones por sus impuestos? Pues sí. Para empezar en atención sanitaria. En España ha ido aumentando tan solo un 2,35% en los últimos… ¡25 años! Pese a que hemos envejecido en ese periodo 7 años y a que hemos recibido 9 millones de inmigrantes. Somos ahora un 18% más de personas necesitadas de atención sanitaria, pero hoy el estado y sus gestores solo invierten en nuestra salud un 2,35% más –del 4,85% al 7,2%– que entonces. Le destinan 2.187 euros por español al año. El estado alemán se gasta más del doble, 5.131 euros al año para cuidar la salud de cada alemán y el británico, 4.076, en cada británico.. La presión fiscal española ha aumentado ese 6%; pero a nuestra educación la administración solo dedica 1.100 euros por ciudadano. Apenas ha aumentado la inversión educativa en esos 25 años, un 0,5% del PIB hasta llegar al 4,8%, lo que nos deja aún por debajo de la media, 4,9%, de la UE. En Alemania, mientras, se ha duplicado el gasto en educar a cada alemán y casi se ha doblado también en Reino Unido.. Entonces: ¿en qué se han gastado nuestros gestores en todas nuestras administraciones ese aumento constante de las tasas que nos han ido imponiendo estos 25 años si no han mejorado los servicios? La respuesta se puede dar con otra pregunta: ¿cuál es el modo más directo y fácil que tiene un cargo electo y que quiere volver a serlo de invertir en lograr votos o por lo menos la disposición mayoritaria a mantener el statu quo que le favorece?. ¿Qué es lo que más miedo tienen a perder los españoles? La pensión, señores, la pensión. Y, por eso, mientras la atención sanitaria no recibía la inversión que el alza de los impuestos al alza hubiera permitido y la educación, ese arma cargada de futuro, aún menos, los jubilados y, en general, las clases pasivas veían doblarse sus pensiones. Incluso un poquito más del doble.. En el año 2000 la pensión media de los españoles era de 535 euros y en el 2025 es de 1510. ¡Qué subidón! Las pensiones se llevan el 12,4% de nuestro PIB y pagarlas nos cuesta a los que aún trabajamos 3.360 euros anuales. Lo que demuestra la fuerte carga para la economía. Desde el año 2000 la cuantía total de las pensiones se ha duplicado. Mientras, en Alemania el gasto en pensiones es un 12% del PIB y en Reino Unido apenas llega al 5,1%.. No es de extrañar. a la vista de estos datos, que los analistas independientes y más lúcidos adviertan de la dudosa sostenibilidad de nuestro estado de bienestar. Y que nuestros familiares pensionistas, que cada vez son más, voten en cada convocatoria electoral con el corazón encogido pensando quién será capaz de seguirles pagando hasta 3.267 euros, que es la pensión máxima, o incluso los 1.510 euros de pensión media española. Y es que, mientras tanto, muchos de sus hijos y casi todos sus nietos cobran 1.184 euros o no mucho más que ese salario mínimo o los 2.386, la mayoría, que es el salario medio español.. Tiene que haber, en suma, muchas elecciones por delante para que se mantenga este paraíso del pensionista español, que puede, a su vez, subvencionar al resto de la familia si es que no lo tiene ya viviendo en casa, porque cualquiera se paga un alquiler con estos sueldos. Pero no habrá más remedio que frenarlas o esperar pronto que vuelvan los hombres de negro.. El progreso de las naciones es, como apuntaba el nobel Daron Acemoglu, todo lo contrario que ganar unas elecciones. Nuestra esperanza es, con la de nuestro académico también nobel, Finn Kydland, que los electores acaben prefiriendo la predictibilidad a largo plazo que proporciona la honestidad a los cacahuetes a corto que pueda echarles un político en apuros.. Ana María Gil Lafuente, es Catedrática de la Universidad de Barcelona. Académica de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras.
Las pensiones se llevan el 12,4% de nuestro PIB y pagarlas nos cuesta a los que aún trabajamos 3.360 euros anuales
Pago más impuestos, pero, a cambio, el Estado no me presta mejores servicios. ¿Quién se está quedando la diferencia entre lo que pago cada vez más y lo que recibo? Pues quien tiene el poder de decretarlos, recaudarlos y gestionarlos.. Que todos pagamos cada vez más impuestos no es una mera impresión, porque el porcentaje de nuestros ingresos que dedicamos a financiar los servicios públicos ha aumentado el doble que la media de los 38 países de la OCDE en los últimos 15 años. En el 2000, España tenía una presión fiscal del 32% del PIB y hoy ha aumentado hasta el 38%. En el mismo período, la de Alemania ha permanecido inalterable en el 40%; y en Reino Unido ya ha superado el 35%, lo que hace que hoy paguemos ya más impuestos en proporción que los británicos y solo algo menos que los alemanes.. ¿Han mejorado en la misma proporción los servicios y pensiones que recibimos del Estado por ellos? ¿Dan más a los alemanes y británicos sus administraciones por sus impuestos? Pues sí. Para empezar en atención sanitaria. En España ha ido aumentando tan solo un 2,35% en los últimos… ¡25 años! Pese a que hemos envejecido en ese periodo 7 años y a que hemos recibido 9 millones de inmigrantes. Somos ahora un 18% más de personas necesitadas de atención sanitaria, pero hoy el estado y sus gestores solo invierten en nuestra salud un 2,35% más –del 4,85% al 7,2%– que entonces. Le destinan 2.187 euros por español al año. El estado alemán se gasta más del doble, 5.131 euros al año para cuidar la salud de cada alemán y el británico, 4.076, en cada británico.. La presión fiscal española ha aumentado ese 6%; pero a nuestra educación la administración solo dedica 1.100 euros por ciudadano. Apenas ha aumentado la inversión educativa en esos 25 años, un 0,5% del PIB hasta llegar al 4,8%, lo que nos deja aún por debajo de la media, 4,9%, de la UE. En Alemania, mientras, se ha duplicado el gasto en educar a cada alemán y casi se ha doblado también en Reino Unido.. Entonces: ¿en qué se han gastado nuestros gestores en todas nuestras administraciones ese aumento constante de las tasas que nos han ido imponiendo estos 25 años si no han mejorado los servicios? La respuesta se puede dar con otra pregunta: ¿cuál es el modo más directo y fácil que tiene un cargo electo y que quiere volver a serlo de invertir en lograr votos o por lo menos la disposición mayoritaria a mantener el statu quo que le favorece?. ¿Qué es lo que más miedo tienen a perder los españoles? La pensión, señores, la pensión. Y, por eso, mientras la atención sanitaria no recibía la inversión que el alza de los impuestos al alza hubiera permitido y la educación, ese arma cargada de futuro, aún menos, los jubilados y, en general, las clases pasivas veían doblarse sus pensiones. Incluso un poquito más del doble.. En el año 2000 la pensión media de los españoles era de 535 euros y en el 2025 es de 1510. ¡Qué subidón! Las pensiones se llevan el 12,4% de nuestro PIB y pagarlas nos cuesta a los que aún trabajamos 3.360 euros anuales. Lo que demuestra la fuerte carga para la economía. Desde el año 2000 la cuantía total de las pensiones se ha duplicado. Mientras, en Alemania el gasto en pensiones es un 12% del PIB y en Reino Unido apenas llega al 5,1%.. No es de extrañar. a la vista de estos datos, que los analistas independientes y más lúcidos adviertan de la dudosa sostenibilidad de nuestro estado de bienestar. Y que nuestros familiares pensionistas, que cada vez son más, voten en cada convocatoria electoral con el corazón encogido pensando quién será capaz de seguirles pagando hasta 3.267 euros, que es la pensión máxima, o incluso los 1.510 euros de pensión media española. Y es que, mientras tanto, muchos de sus hijos y casi todos sus nietos cobran 1.184 euros o no mucho más que ese salario mínimo o los 2.386, la mayoría, que es el salario medio español.. Tiene que haber, en suma, muchas elecciones por delante para que se mantenga este paraíso del pensionista español, que puede, a su vez, subvencionar al resto de la familia si es que no lo tiene ya viviendo en casa, porque cualquiera se paga un alquiler con estos sueldos. Pero no habrá más remedio que frenarlas o esperar pronto que vuelvan los hombres de negro.. El progreso de las naciones es, como apuntaba el nobel Daron Acemoglu, todo lo contrario que ganar unas elecciones. Nuestra esperanza es, con la de nuestro académico también nobel, Finn Kydland, que los electores acaben prefiriendo la predictibilidad a largo plazo que proporciona la honestidad a los cacahuetes a corto que pueda echarles un político en apuros.. Ana María Gil Lafuente,es Catedrática de la Universidad de Barcelona. Académica de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras.
