Hoy no nos referimos a la tan conocida novela de Miguel Delibes de este mismo título, ambientada en una finca extremeña de la España de 1960, sino a la fiesta litúrgica de hoy 28 de diciembre, dedicada precisamente a quienes inspiraron el título a Delibes en 1981. Los Santos Inocentes son las criaturas a las que el rey Herodes mandó matar cuando tuvo conocimiento de que un personaje profetizado había nacido por aquellas fechas en la localidad de Belén de Judá, y temía que pudiera ser una amenaza para su autoridad regia. Según narra la Sagrada Escritura, los Magos de Oriente se habían acercado a él para preguntarle sobre el lugar donde habría nacido quien ellos buscaban, lo que despertó la alarma de Herodes, al que le faltó tiempo para enviar a sus servidores a exterminar a todos los niños de una edad aproximada a la que calculó podría tener el entonces Niño Jesús. Aquella matanza de niños inocentes se conmemora por la Iglesia hoy, tres días después de su nacimiento el día de Navidad. Hoy también son muchos los niños inocentes que son exterminados cuando todavía no han nacido y están en gestación en el seno materno, y cuando son recién nacidos o poco después, y también se les quita la vida por tener alguna malformación que incomoda a sus progenitores. El aborto y la eutanasia son atentados contra el derecho a la vida de un ser humano «desde la concepción a la muerte natural», y que en la actualidad, sociedades paganizadas han convertido en derechos humanos, incluso aspirando a que se les reconozca como derechos «fundamentales». El Papa Benedicto XVI calificó al aborto y la eutanasia como conductas propias de lo que él mismo calificó como el «credo del anticristo», lo que da idea de la importancia que tienen esas actuaciones para el maligno. La palabra «eutanasia» procede del griego, que significa «buena muerte», lo que ciertamente lo es, pero no para el interesado, sino para el anticristo. Como decimos, en diversos países ya se reconoce el aborto como un derecho que puede incluso efectuarse tras el nacimiento. Por lo que la calificación de «santos inocentes» no es una mera figura retórica y literaria, sino definición de una dramática realidad. Estas fechas navideñas de conmemoración del nacimiento del Niño Dios, que se encarnó y murió por nosotros, y al que ya desde su nacimiento le acompañó el sacrificio de tantas vidas inocentes, son muy adecuadas para reflexionar sobre estas cosas. Convencidos de que Dios perdona siempre al pecador arrepentido, meditar sobre la sociedad que queremos legar a nuestros hijos. Que sin duda es una de vida, no de muerte.
Hoy también son muchos los niños inocentes que son exterminados cuando todavía no han nacido y están en gestación en el seno materno, y cuando son recién nacidos o poco después
Hoy no nos referimos a la tan conocida novela de Miguel Delibes de este mismo título, ambientada en una finca extremeña de la España de 1960, sino a la fiesta litúrgica de hoy 28 de diciembre, dedicada precisamente a quienes inspiraron el título a Delibes en 1981. Los Santos Inocentes son las criaturas a las que el rey Herodes mandó matar cuando tuvo conocimiento de que un personaje profetizado había nacido por aquellas fechas en la localidad de Belén de Judá, y temía que pudiera ser una amenaza para su autoridad regia. Según narra la Sagrada Escritura, los Magos de Oriente se habían acercado a él para preguntarle sobre el lugar donde habría nacido quien ellos buscaban, lo que despertó la alarma de Herodes, al que le faltó tiempo para enviar a sus servidores a exterminar a todos los niños de una edad aproximada a la que calculó podría tener el entonces Niño Jesús. Aquella matanza de niños inocentes se conmemora por la Iglesia hoy, tres días después de su nacimiento el día de Navidad. Hoy también son muchos los niños inocentes que son exterminados cuando todavía no han nacido y están en gestación en el seno materno, y cuando son recién nacidos o poco después, y también se les quita la vida por tener alguna malformación que incomoda a sus progenitores. El aborto y la eutanasia son atentados contra el derecho a la vida de un ser humano «desde la concepción a la muerte natural», y que en la actualidad, sociedades paganizadas han convertido en derechos humanos, incluso aspirando a que se les reconozca como derechos «fundamentales». El Papa Benedicto XVI calificó al aborto y la eutanasia como conductas propias de lo que él mismo calificó como el «credo del anticristo», lo que da idea de la importancia que tienen esas actuaciones para el maligno. La palabra «eutanasia» procede del griego, que significa «buena muerte», lo que ciertamente lo es, pero no para el interesado, sino para el anticristo. Como decimos, en diversos países ya se reconoce el aborto como un derecho que puede incluso efectuarse tras el nacimiento. Por lo que la calificación de «santos inocentes» no es una mera figura retórica y literaria, sino definición de una dramática realidad. Estas fechas navideñas de conmemoración del nacimiento del Niño Dios, que se encarnó y murió por nosotros, y al que ya desde su nacimiento le acompañó el sacrificio de tantas vidas inocentes, son muy adecuadas para reflexionar sobre estas cosas. Convencidos de que Dios perdona siempre al pecador arrepentido, meditar sobre la sociedad que queremos legar a nuestros hijos. Que sin duda es una de vida, no de muerte.
