El día de la Constitución, el presidente dijo ante un corrillo de periodistas que ahora la gente está pendiente de las compras navideñas, y no de las polémicas políticas de las que solo se discute en esos malignos ámbitos de la prensa y los despachos oficiales. Siguiendo ese criterio, debemos colegir que Pedro Sánchez participa de esa corriente de opinión según la cual los ciudadanos no son capaces de hacer dos cosas a la vez: comprar regalos y preocuparse por las cosas que nos pasan.. Siendo así, Sánchez puede estar tranquilo: las andanzas de Koldo, Ábalos, Cerdán y Salazar son inocuas, el tiempo pasará, Puigdemont se dejará seducir por los requiebros de Moncloa, el aviso de que «viene la ultraderecha» se alzará entre el resto de voces, y la legislatura continuará con paso firme. Y, dadas las circunstancias, no descarten que Sánchez tenga razón. Recuerden 2023.. El 28 de mayo del 23, el PSOE sufrió uno de los mayores descalabros electorales de su historia, con la pérdida de casi todo su poder territorial. Aquel día, los españoles castigaron a Pedro Sánchez en la piel de alcaldes y presidentes autonómicos. Pero, aplicado el escarmiento y repetido el lema de que Santiago Abascal sería el vicepresidente de Feijóo, Sánchez reunió el número mínimo de escaños que necesitaba. Este mecanismo puede repetirse. Ahora se avecinan varios procesos electorales autonómicos. Tienen la peculiaridad de no coincidir con elecciones municipales, lo que podría provocar una participación menor. A quién beneficie eso, está por verse.. No está por verse, porque está a la vista, el desahogo con el que Pedro Sánchez elige a colaboradores y candidatos. La personalidad de los ya citados muestra que la capacidad de selección de personal mostrada por el presidente es deficitaria. Pero, en ese caso, se podría alegar que «desde el punto de vista personal era un gran desconocido para mí», como ha dicho de Ábalos. Sí conocía el procesamiento de su fiscal general, y forzó su estancia en el cargo hasta la condena judicial. Y conoce el procesamiento de su candidato en Extremadura. Lo que pase será de la estricta responsabilidad de quien decide.
«Sánchez sí conocía el procesamiento de su fiscal general, y forzó su estancia en el cargo hasta la condena judicial»
El día de la Constitución, el presidente dijo ante un corrillo de periodistas que ahora la gente está pendiente de las compras navideñas, y no de las polémicas políticas de las que solo se discute en esos malignos ámbitos de la prensa y los despachos oficiales. Siguiendo ese criterio, debemos colegir que Pedro Sánchez participa de esa corriente de opinión según la cual los ciudadanos no son capaces de hacer dos cosas a la vez: comprar regalos y preocuparse por las cosas que nos pasan.. Siendo así, Sánchez puede estar tranquilo: las andanzas de Koldo, Ábalos, Cerdán y Salazar son inocuas, el tiempo pasará, Puigdemont se dejará seducir por los requiebros de Moncloa, el aviso de que «viene la ultraderecha» se alzará entre el resto de voces, y la legislatura continuará con paso firme. Y, dadas las circunstancias, no descarten que Sánchez tenga razón. Recuerden 2023.. El 28 de mayo del 23, el PSOE sufrió uno de los mayores descalabros electorales de su historia, con la pérdida de casi todo su poder territorial. Aquel día, los españoles castigaron a Pedro Sánchez en la piel de alcaldes y presidentes autonómicos. Pero, aplicado el escarmiento y repetido el lema de que Santiago Abascal sería el vicepresidente de Feijóo, Sánchez reunió el número mínimo de escaños que necesitaba. Este mecanismo puede repetirse. Ahora se avecinan varios procesos electorales autonómicos. Tienen la peculiaridad de no coincidir con elecciones municipales, lo que podría provocar una participación menor. A quién beneficie eso, está por verse.. No está por verse, porque está a la vista, el desahogo con el que Pedro Sánchez elige a colaboradores y candidatos. La personalidad de los ya citados muestra que la capacidad de selección de personal mostrada por el presidente es deficitaria. Pero, en ese caso, se podría alegar que «desde el punto de vista personal era un gran desconocido para mí», como ha dicho de Ábalos. Sí conocía el procesamiento de su fiscal general, y forzó su estancia en el cargo hasta la condena judicial. Y conoce el procesamiento de su candidato en Extremadura. Lo que pase será de la estricta responsabilidad de quien decide.
